← Volver Publicado en

Capítulo 5: Los síntomas psicosomáticos, la gastritis y el Síndrome del Intestino Irritable

“El cuerpo grita lo que la boca calla”. Una frase cliché, pero cierta.

La existencia de los llamados “padecimientos psicosomáticos” viene a probar científicamente una verdad que era bien conocida desde tiempos milenarios, sobre todo en oriente: la mente es increíblemente poderosa.

Los síntomas psicosomáticos son problemas físicos que no se presentan por un padecimiento real, sino debido al estrés emocional. Por ejemplo, la expresión “siento un nudo en la garganta” es más que sólo figurativa. Muchas personas sienten una presión en la faringe y en los senos paranasales cuando tienen ganas de llorar.

Pongamos un ejemplo más agradable. Todos hemos sentido esa descarga de energía en el estómago cuando recibimos un mensaje de la persona que nos gusta, ¿verdad?

Estos son ejemplos de somatización (síntomas físicos causados por el estado emocional). Y son bastante frecuentes cuando se tiene una fobia. Los aracnofóbicos suelen sentir cosquilleos por el cuerpo cuando ven una araña. Los acrofóbicos sienten una opresión el pecho y un intenso vértigo cuando ven las alturas. Los talasofóbicos sienten que no pueden respirar cuando ven escenas filmadas debajo del agua. Los hipocondriacos son capaces de experimentar cualquier síntoma de cualquier enfermedad. ¿Y los emetofóbicos? Así es, sienten náuseas, pero también son capaces de generar cuadros crónicos de afectaciones en el aparato digestivo. ¿Por qué?

En oriente, se cree que el cuerpo humano tiene siete vórtices o centros energéticos, llamados chakras. La medicina moderna, ha descubierto que existen zonas donde convergen una gran cantidad de nervios. Una de estas zonas se encuentra en el centro del abdomen y es anatómicamente conocida como plexo solar, exactamente igual que el tercer chakra, que, según la tradición oriental, se localiza justo en medio del abdomen.

Debido a la gran cantidad de nervios que hay en la zona abdominal, el estómago y los intestinos son órganos especialmente sensibles a las emociones humanas. Por lo tanto, es muy común que las personas ansiosas sufran de gastritis y de Síndrome de Intestino Irritable. Estos dos padecimientos casi siempre van de la mano con alguien que padece emetofobia.

La gastritis nerviosa

La gastritis se define como la inflamación o irritación del estómago. En las personas nerviosas, esto casi siempre es causado por una producción excesiva de ácido clorhídrico (el ácido estomacal). Se sabe que el estrés y la ansiedad estimulan la producción de ácido estomacal, lo que causa lesiones en el aparato digestivo.

Las molestias de la gastritis son bien conocidas: incluyen dolor o ardor en la boca del estómago, reflujo, acidez, náuseas, pérdida del apetito y sensación de llenura. Estos síntomas pueden llegar a ser demasiado intensos y afectar la calidad de vida de las personas. Muchos no pueden comer una larga lista de alimentos que empeoran sus síntomas.

La gastritis es un claro ejemplo del error que muchos cometemos, al querer siempre una solución rápida para los síntomas, en lugar de atacar la raíz del problema.

Cuando sentimos acidez, inmediatamente tomamos un antiácido. La mayoría de las veces, estos medicamentos nos darán un alivio inmediato, pero no podemos decir que hemos sido curados de la gastritis sólo porque un antiácido nos ha hecho efecto.

De hecho, la mayoría de las veces, el cuerpo reacciona produciendo más ácido cuando detecta que el pH del estómago se alcalinizó debido a un antiácido. Y es que un estómago con un pH alcalino no puede realizar adecuadamente su función de degradar los alimentos para ser digeridos.

La gastritis puede tener muchas causas, pero cuando es por ansiedad, la persona tiene que aprender a trabajar con sus emociones, pues de lo contrario el síntoma continuará apareciendo, aún si toma los antiácidos más poderosos o si cuida la calidad de su alimentación. Desde luego, esto último ayudará mucho, pero no solucionará el problema si la causa persiste.

La colitis nerviosa

El Síndrome del Intestino Irritable (más comúnmente conocido como colitis) es un padecimiento muy común en nuestros tiempos. Sin embargo, no se conoce una causa exacta de su aparición, aunque la evidencia clínica demuestra que tiene una estrecha relación con el estrés y la ansiedad.

La colitis es, básicamente, lo mismo que la gastritis, pero a nivel intestinal. Es decir, es la inflamación de los intestinos (distención abdominal), acompañada de malestares como dolor, diarrea, náuseas y estreñimiento. Es un desorden de la función digestiva que puede llegar a afectar la salud de todos los sistemas, debido a la absorción deficiente de nutrientes.

No se conoce una cura para la gastritis ni la colitis, sin embargo, he vivido ya varios años sin presentar molestias digestivas. Algo que nunca creí posible. De hecho, cuando yo tenía emetofobia, la gastritis y la colitis eran tan graves, que llegué a pesar 46 kilos, midiendo 1 metro con 70 centímetros. Hubo un tiempo en el que casi cualquier comida que tuviera un poco de grasa o irritante me enfermaba del estómago.

Sin embargo, he de reconocer que todavía no puedo beber leche entera, bebidas gaseosas o carne de cerdo sin sufrir algún malestar estomacal. Es la huella que dejó en mi la emetofobia y la ansiedad. Pero, aun así, me doy mis gustos de vez en cuando. Yo jamás les diría que no a unos buenos tacos al pastor. Desde luego, ya no siento miedo de sufrir las consecuencias.

Tuve gastritis y colitis muy graves durante casi media década. Y aunque sufrí de diarrea infinidad de veces, jamás vomité por ninguna de estas dos causas. Así que se puede decir que el miedo a vomitar me causó enfermedades digestivas muy molestas, y de todos modos nunca vomité. Así de irracional era mi miedo. Así de innecesario. Y así de dañino. Pues el vómito sólo llegó cuando estaba enfermo de verdad, no cuando tenía miedo de que llegara, sin importar la cantidad de síntomas que mi mente creara.

Actividades que curan

La mejor forma de lidiar con la gastritis y la colitis nerviosa mientras todavía tienes emetofobia es recurrir a actividades que te permitan relajarte. Muchos expertos recomiendan probar con la meditación, el yoga o practicar algún deporte.

Otros encuentran alivio en la expresión artística, como la música, la pintura o la escritura. Puedes escribir. No tiene que ser una novela. Puede ser un diario, donde expreses cómo te sentiste en ese día. Un diario que no tiene que leer nadie, ni siquiera tú, si no quieres. Pero el simple hecho de expresar lo que sientes es un excelente canal para sacar la energía negativa de la ansiedad y eso evitará que la somatices con síntomas físicos.

También, puedes aprender a tocar algún instrumento musical o aprender fotografía. En fin, te estoy diciendo las cosas que yo hice, pero a ti te puede interesar cualquier otra. Tal vez jugar un videojuego, ajedrez, o salir a patinar. Caminar también es bueno. Amo caminar bajo la lluvia.

El punto es encontrar cualquier actividad que disfrutes hacer y que te relaje. O bien, que te permita expresar lo que sientes, o meditar en ello. Lo creas o no, expresar lo que sientes es la mejor forma de evitar la somatización. Tú puedes encontrar la forma de expresarte y de evitar que tu cuerpo grite lo que tu boca calle.